La imagen, con el tiempo, se convirtió en cartel. Diego Armando Maradonade jogging celestial, jogging blanco y zapatos, baje las escaleras que dan al túnel para llegar al campo de juego del antiguo estadio de San Paolo. La que hoy lleva su nombre. Desde lo Césped, una década de fotógrafos no está preparado para buscar la mejor foto. Es simplemente una escalera hasta la altura del foso, pero en realidad simboliza más que eso. Es una escalera hacia el cielo, hacia el Olimpo. Al fondo, la multitud que anima a las tribunas lo vitorea. No ingreses a un alfiler. Más de 80.000 dólares, muchas entradas, se entregan ahora en la presentación oficial del reciente 10 de Barcelona, que iba a ser comprada por el millonario en 7,5 millones de dólares. No voy a jugar a esto más tarde del 5 de julio de 1984. Sólo habrá fotos, algunos juegos de pelota y saludos a la gente. Este no es un evento más. La mayoría no lo sabe, pero es un clic en la historia de Nápoles, del Napoli, del fútbol y del fútbol mundial. Un antes y un después. Porque algo es nacional en este día. Un amor incondicional e insuperable, difícil de describir y comparar, que será eterno a lo largo de los siglos. Amén.
Massimo Vignatti sólo tiene diez años en este verano italiano del 84. Saverio, su papá, es el ayudante del plantel de Nápoles y Lucía, su mamá, la cocinera del club. En unos meses, el pequeño Massimo se transformará en alcanzapelotas. Como todos los napolitanos, aunque desde la edad ya no son muy conscientes de lo que serán, se equivocan al dirigirse al estadio para recibir al nuevo crack, hacia el futuro Dios. “Diego era idolatrado antes de ponerse la camiseta y patear un balón”cuento hoy ViejoA 40 años de este acontecimiento, estuvo marcado por un verdadero hit: nunca en la historia un futbolista había convocado a tanta gente para una presentación oficial. Récord inmejorable.
Hoy Massimo tiene 50 años y su amor por Maradona continúa con irrefutable vigor, como el de todos los napolitanos. Al pie de su casa, en la carretera Lombarda del barrio de Secondigliano, a diez minutos en coche del aeropuerto internacional de Capodichino, preservar una especie de santuario ¿A quién tiene acceso? Viejo. Este es el museo personal de Maradona de la familia Vignati. Así es como yo lo llamo. Allí, en esta sala de poco más de 25 metros cuadrados, reposé una infinidad de objetos que eran propiedad del 10. Todos los regalos de Maradona a su padre y a su madre que confirman el desierto que fue el uno. Y guarda todo lo que hay como ser un Santo Grial, un manto sagrado porque “lo usaba Dieco” (fue él quien usó a Diego), pronunciado con ese acento musical que caracteriza el lenguaje de Dante.
No hay explicación de lo grande que es el amor a primera vista, pero Massimo mostró una teoría. “Toda la ciudad me quiso desde el primer día porque Diego vino a jugar a Nápoles. Quería otros clubes, pero fue nuestra elección. Este gesto tenía que ser recíproco. Lo veneraréis como a un Dios, como a San Genaro, patrón de Nápoles, porque somos grandes y nuestro Dios es una alegría enorme pero es verdad que tengo un amor desde que fundé la ciudad”, admite.
La sentencia es indiscutible. Simplemente camine hasta el Barrio Español, el más popular de Nápoles, para ir…