Francia fue técnicamente superada por España, incapaz de llegar a España en busca de consuelo, cedió aún más y atacó tan mal como siempre. Se marcha de Alemania con una nota común y con algunas dudas. Es una fractura y un dolor, porque la mejor selección europea de los dos últimos mundiales fue derrotada y hecha malabarismos, incapaz de presionar y llevada como cadetes sobre un toro gigante. Pero ninguno de los jugadores de nivel medio era bueno con el balón, y ninguno era bueno sin el balón, y Deschamps no ocultó su agresividad, en el resto, por su negativa a jugar más. Delante, Kylian Mbappé, incluso sin máscara, tuvo dificultades para reconocerse y bloqueó la formidable entrada de Bradley Barcola cuando el balón cayó desde la distancia entre ejes, en el minuto 86.
Fue un recital diferente, pero ciertamente en el Brasil de 1970. Cuando el equipo que hacía mejor fútbol del torneo no intentaba marcar, como ocurrió durante toda la segunda parte, el espectáculo duró diez años, pero el Reino de España en este registro ha sido absolutamente notable y coherente con su profunda cultura.